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Devocional día 34: Dios es más grande que mis problemas

Devocional cristiano - Tema: Dios es más grande que mis problemas

Versículo clave:

“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.” Salmo 46:1

Introducción


Cuando las olas del problema golpean con fuerza, cuando sentimos que vamos a hundirnos en medio del dolor, la incertidumbre o el temor, hay una verdad que permanece firme como una roca: Dios es más grande que mis problemas.


Ese no es un eslogan motivacional. No es una frase bonita para colgar en una pared. Es la verdad revelada en la Palabra del Dios eterno. Es el testimonio de cada hijo que ha pasado por el fuego y ha salido ileso porque el Señor estuvo allí.


El Dios que está presente


El Salmo 46 no comienza con una promesa condicional, sino con una declaración absoluta: “Dios es nuestro amparo”. No dice que puede serlo si hacemos lo correcto, o que tal vez lo será si oramos lo suficiente. Dice que Él ya lo es. Presente. Constante. Real.


La palabra hebrea usada aquí para “amparo” es machseh (Strong’s H4268), que significa refugio, lugar seguro, escondite. Es como si el salmista nos dijera: “Cuando todo lo demás se derrumba, hay un lugar donde estás a salvo: en la presencia de Dios”.


Y no solo eso. Él también es “fortaleza”. Es decir, no solo te cubre, sino que también te fortalece para enfrentar lo que viene. No nos esconde para siempre; nos entrena, nos levanta, nos da firmeza.


Problemas grandes, pero un Dios más grande


¿Quién no ha enfrentado problemas grandes? Tal vez tú estás atravesando ahora mismo una tormenta. Una enfermedad que amenaza tu paz. Una deuda que parece imposible de pagar. Una traición que partió tu alma. Una soledad que se siente como cárcel.


Pero escúchame bien: ninguno de esos problemas es más grande que Dios.


El apóstol Pablo lo entendió así cuando escribió:

“Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros; que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados”. 2 Corintios 4:7-8

¿Lo ves? Atribulados sí, pero no destruidos. ¿Por qué? Porque la grandeza de Dios se manifiesta justamente en nuestras debilidades.


El carácter inquebrantable de nuestro Dios


En Isaías 43:2, Dios promete:

“Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.”

Fíjate en algo: Dios no dice “si pasas”, sino “cuando pases”. Él no niega que vendrán dificultades. Pero nos recuerda algo mucho más poderoso: nunca estarás solo. No hay fuego que Él no pueda apagar. No hay río que Él no pueda cruzar contigo.


La razón por la cual podemos decir que Dios es más grande que mis problemas no está basada en nuestros méritos, ni en nuestras fuerzas, ni en nuestras emociones. Está basada en Su carácter. En Su fidelidad. En Su poder eterno.


Cuando nuestros ojos se nublan, su verdad permanece


A veces, los problemas nos nublan la vista. Todo parece oscuro. Perdemos perspectiva. Dudamos. Y es allí donde más necesitamos recordar que la verdad de Dios no cambia aunque nuestras emociones cambien.


Recordemos el testimonio de Job. Lo perdió todo. Hijos, salud, bienes, reputación. Y aun así dijo:

“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo”. Job 19:25

¿De dónde venía esa certeza? De su fe en un Dios más grande que cualquier prueba.


Su poder no tiene límites


Mira el cielo. Observa el amanecer. Cada estrella fue puesta por Él. Cada ola del mar obedece Su voz. Cada respiración tuya es un regalo de Su mano.


¿Acaso hay algo que pueda superar a un Dios así? Si Él venció a la muerte, también puede vencer tu dolor. Si Él abrió el Mar Rojo, también puede abrir un camino para ti.


Como dijo Jeremías:

“¡Oh Señor Jehová! he aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido; ni hay nada que sea difícil para ti”. Jeremías 32:17

¿Lo crees de verdad?


Hoy te pregunto con amor: ¿Estás mirando más tus problemas que a tu Dios? ¿Estás midiendo tu vida por el tamaño de tus cargas en vez del tamaño de Su fidelidad?


Dios no ha cambiado. Su brazo no se ha acortado. Su voz no se ha debilitado. Su gracia no se ha agotado.


Levanta tu mirada. Levanta tu fe. Afirma en tu alma esta verdad: Dios es más grande que mis problemas.


Y no solo eso: Él es más grande que tu pasado, que tus fracasos, que tus temores, que tu ansiedad, que tus enemigos, que tu diagnóstico médico, que tu cuenta bancaria, que tus errores.


Como dijo el salmista en Salmo 121:1-2:

“Alzaré mis ojos a los montes; ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra.”

Conclusión


Hermano, hermana, no niegues tus problemas, pero tampoco ignores a tu Dios. Que hoy, en lugar de hablarle a Dios de tus problemas, empieces a hablarle a tus problemas de tu Dios. Declara con fe: “Nada me separará del amor de Cristo. Ni lo alto ni lo profundo. Porque mayor es el que está en mí.”


Dios es más grande que mis problemas, y eso nunca va a cambiar.

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©2013 por Luis Jefferson Tumailla

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