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Devocional día 35: El silencio de Dios

Devocional cristiano - Tema: La fidelidad de Dios

Versículo clave:

“Ciertamente tú eres Dios que te encubres, oh Dios de Israel, el que salva.” Isaías 45:15

Hay momentos donde el cielo parece cerrado. No hay respuesta. No hay señal. No hay ruido. Solo el eco de nuestras oraciones cayendo de vuelta sobre nosotros. ¿Te ha pasado?


Sabemos que Él oye, pero no responde. Sabemos que está, pero no se manifiesta. Sabemos que ama, pero guarda silencio. Un silencio que pesa, que desconcierta, que a veces duele.


El profeta Isaías lo dijo sin rodeos: “Tú eres Dios que te encubres”. La palabra hebrea que usa es mistattēr (Strong’s H5641), que implica esconderse con intención, no por accidente. No es que Dios se ha perdido. Es que ha decidido ocultarse. ¿Por qué lo haría?


Tal vez porque el silencio no es ausencia es una enseñanza.


El mismo Dios que habló para crear el universo, eligió callar mientras su Hijo moría en una cruz.

Jesús clamó:

“...Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Mateo 27:46

Y no hubo respuesta audible. Solo oscuridad. Y sin embargo… en ese silencio, el cielo preparaba la resurrección.


¡Qué misterio tan glorioso! A veces, cuando no escuchamos Su voz, es porque Su mano está obrando en lo invisible. Cuando no vemos su luz, es porque está cubriendo nuestras vidas con una sombra protectora que nos libra de lo que no comprendemos todavía.


David también conoció ese silencio. Por eso dijo:

“A ti clamé, oh Jehová; y al Señor supliqué… ¿Se dirá en el sepulcro tu verdad?”. Salmo 30:8-9

Clamó con urgencia, con lágrimas y finalmente con esperanza. Porque Dios no siempre responde cuando queremos, pero siempre responde cuando conviene.


¿Y Elías? También buscó a Dios entre el viento fuerte, el fuego, el terremoto pero Dios no estaba en nada de eso. Hasta que llegó un silbo apacible y delicado. Una brisa apenas perceptible allí estaba Él (1 Reyes 19:12).


A veces Dios calla para que aprendamos a escuchar de otro modo. Para que dejemos de buscar fuegos artificiales, y comencemos a buscar su voz en el susurro de la Palabra. Para que el alma deje de gritar… y empiece a inclinarse.


¿Sabes una cosa? Aquel que guarda silencio también sabe hablar con el amanecer, con el rocío, con un versículo, con una canción, con una puerta que se abre o que se cierra. Dios nunca deja de hablar. Solo cambia de lenguaje.


Y si estás en esa etapa donde parece que todo está en pausa, no temas. En el silencio también hay propósito. También hay dirección. También hay fidelidad. También hay amor.


Porque el Dios que se encubre… es también el Dios que salva.

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©2013 por Luis Jefferson Tumailla

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