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Mira más allá de la apariencia (Parte 1)

Predica cristiana: Mira más allá de la apariencia (Primera Parte)

Lectura Bíblica: Lucas 11:37-44

"Luego que hubo hablado, le rogó un fariseo que comiese con él; y entrando Jesús en la casa, se sentó a la mesa. El fariseo, cuando lo vio, se extrañó de que no se hubiese lavado antes de comer. Pero el Señor le dijo: Ahora bien, vosotros los fariseos limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de rapacidad y de maldad. Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de adentro? Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio. Mas ¡ay de vosotros, fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello. ¡Ay de vosotros, fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben".

INTRODUCCIÓN


Uno de los asuntos más difíciles en la vida es el de llegar a ser verdaderamente auténticos. Pareciera ser más fácil mostrar una vida de apariencia, en lugar de mostrar que soy genuino, transparente. Cuando Israel fue a buscar su primer rey, todos fueron vislumbrado por la apariencia de un hombre llamado Saúl. Vea esas cualidades reflejadas en el relato de 1 Samuel 9:1-2.


Si en aquellos tiempos hubiera existido la empresa de buscar artistas como Hollywood, Saul sería un fuerte candidato para alguna famosa película, tales como la de Superman, por ejemplo.


Pero ese hombre era pura apariencia, porque pronto reveló su auténtico carácter. ¿Qué paso con Saul después de cierto tiempo? Pues desobedeció el llamado de. Dios, perdió su unción, y terminó siendo desechado por Dios.


Lo que llama la atención es que después de ese estrepitoso fracaso en la elección del primer rey, Samuel siguió siendo comisionado para buscar el sustituto, y al ir a la casa de Isaí le fueron presentado por orden siete hijos, y al examinar cada uno de ellos, Dios le recordó de no mirar su “parecer”, ni lo grande de su hermosura, porque el hombre mira lo que está delante, más Dios mira el corazón (1 Samuel 16:1-13).


Al final fue David el escogido, y él llegó a ser después el hombre según el corazón de Dios. Las apariencias engañan, sentencia un aforismo popular. En la historia de hoy nos encontramos con alguien de pura apariencia, visto en lo externo, y al encontrarse con Jesús es llamado “hipócrita”, el verdadero término que define el vivir por la apariencia. En esta historia se comprueba lo que distingue a un “fariseo” del resto de los demás, cuando tiene un encuentro con Jesucristo. Veamos cómo vive una persona de la apariencia.


1. LA APARIENCIA SE DEJA GUIAR POR LA TRADICIÓN


a. La apariencia establece su propio estándar de santidad (versículo 37)


Una de las cosas que admiramos de Jesús es su vida desprejuiciada y su aceptación por todos los hombres. Verlo aceptar la invitación de este fariseo, y luego entrar a su casa, y sentarse a la mesa y comer con él es la más grande muestra de tolerancia. Lucas 19:10 nos sigue recordando la misión del Salvador: buscar y salvar lo que se había perdido.


Por otro lado, es bueno decir que aunque Jesús fue muy duro con los fariseos, eso no le restó su amor por ellos porque, aunque ellos se preocupaban más por la apariencia, que incluía sus tradiciones y eso se ve en este texto, Jesús sabía cómo eran tan dados a estudiar la ley. Y a lo mejor fue esto la razón de la dureza contra ellos.


¿Sabe usted cuantos “ay” hay en este texto? Un total de cinco “ayes”. Cuando el fariseo vio que Jesús no se lavó las manos para comer, inmediatamente reveló su estándar humano de santidad. El no haberlo hecho era para el anfitrión una señal de impureza moral.


Los lavamientos del cuerpo, los ayunos, las posturas para orar y la mortificación de la carne que nos imponemos son completamente inútiles si el corazón no es recto. Criticar las formas externas es pretender vivir una santidad externa, superficial.


b. La apariencia sustituye el mandamiento de Dios por el suyo (Éxodo 30:17-21).


Por supuesto que había mandamiento respecto a la purificación con el lavamiento del agua, especialmente los usados por los sacerdotes, pero los fariseos habían interpretado el mandamiento antiguo con la llamada tradición de los ancianos, llevándolo al extremo de lo que aquí aparece. Ellos sustituyeron los mandamientos de Dios por un estándar inalcanzable de santidad.


Al hacer esto, la tradición llega a tener tanta autoridad como los mandamientos. Los fariseos de ese tiempo crearon sus propios “dogmas” con la misma autoridad de la Biblia, como lo ha hecho la iglesia romana. Esto fue el choque de Jesús con este grupo cuya vida consistía en el estudio minucioso de la ley, pero ellos convirtieron los mandamientos de Dios en mudamientos de hombres, añadiendo lo que no dice la Biblia.


Vamos a ponerlo en contexto. ¿Alguna vez has juzgado a otro cristiano porque no hizo algo que la Biblia no le prohíbe, pero que tú crees que debería tener prohibido? El engaño de un corazón fariseo es que los hombres pueden ser “piadosos” sin ser convertidos. El engaño del diablo es hacernos creer que podemos llevar una apariencia de santidad fuera de su Palabra.


2. LA APARIENCIA LE IMPORTA MÁS LO DE AFUERA


a. Limpios por fuera, pero sucios por dentro (versículo 39)


Qué duras son las palabras de este texto. Y aunque Jesús fue un caballero respetuoso, y se puede pensar que al ser invitado por este fariseo guardaría su compostura por estar en su casa, Él nunca transigió con la hipocresía. Cuando se dio cuenta de la mirada y los pensamientos del fariseo, inmediatamente comenzó a denunciar la valoración que éste le daba a lo de afuera en lugar de lo de adentro. Jesús reprocha a quienes defienden el estar limpios por fuera, pero sucios por dentro.


Pero Jesús, más que darle a este hombre una reprimenda, le da una lección. Le dice al fariseo que una persona puede parecer completamente limpia y perfecta por fuera, pero si lo de dentro está sucio, entonces en realidad está completamente sucia. Le dice que lo que importa es lo de adentro. Solemos tener una valoración de las personas por la manera cómo se viste, cómo habla o cuánto tiene. Pero la apariencia jamás es una regla para medir a otra persona.


Uno de los asuntos con las que más luchamos es el de ser auténticos. Este fue el tema del reciente retiro de hombres que tuvimos la semana pasada, y si bien el conferencista invitado al principio pudo causar una mala impresión por su vestimenta y su estilo, él nos reveló por qué debemos ser auténticos, y no juzgar la apariencia.


b. “¡Necios! ¿No hizo Dios tanto el interior como el exterior? (versículo 40)


La respuesta es afirmativa. Dios ha hecho ambas cosas, y ambas cosas las quiere limpias, esta es la idea de este texto. El sentido de esta declaración de Jesús es vista como un absurdo e irrazonable en el sentido de que a Dios se le puede agradar con una pureza meramente externa y ceremonial a la vez que se descuida la pureza interior y la limpieza del corazón. La lección que Jesús está dando al fariseo es que él no puede pedir una limpieza externa (ese es el sentido de lavar las manos), mientras él está sucio por dentro.


El asunto es que quien hizo todas las cosas hizo también el hombre interior, así como el exterior, y requiere que el corazón sea limpiado de su maldad, así como las manos de su suciedad. Este punto para Jesús es determinante en la vida espiritual porque Él está dando las directrices para lo que debe ser una vida de integridad total. Debemos ser tan parecidos por afuera como lo somos por dentro.


La pregunta hecha por Jesús nos lleva al tema del mensaje. “¿Me importan las apariencias?”. Necesitamos examinarnos a nosotros mismos para asegurarnos de que no somos tan tontos como para pensar que parecer cristiano es lo mismo que ser cristiano.


c. Dad primero la ofrenda de tu corazón (versículo 41)


La mayoría de los comentaristas coinciden en señalar lo difícil que es este texto en su interpretación. Pareciera que el énfasis está en la frase “dad ofrenda de lo que tenéis” como si Jesús le está pidiendo al fariseo que al hacer eso será justificado. Sin embargo, esta frase debe ser interpretada más bien en el contexto de lo de adentro que en lo de afuera. Si la interpretamos de esa manera, la traducción pudiera ser así: “Da primero la ofrenda de tu hombre interior.


Da tu corazón, tus emociones, tu voluntad a Dios, como la primera gran limosna que ofreces, y entonces todas tus demás acciones, procedentes de un corazón recto, serán un sacrificio aceptable y una ofrenda limpia a los ojos de Dios.


Entrégale primero tu hombre interior y, entonces, los dones y el servicio del hombre exterior serán aceptables. Entregaos primeramente al Señor, y entonces a Él le agradarán vuestras ofrendas. Cuidad de que vuestras personas sean aceptadas primero, y entonces vuestras obras serán aceptables. Para los puros, todas las cosas son puras.


Comparemos este sentido de la expresión con Romanos 12:1; Salmo 51:17 y 2 Corintios 8:5.


3. LA APARIENCIA PASA POR ALTO LO DE MÁS VALOR (versículo 42)


Jesús no cuestionó si debemos dar o no, aunque el diezmo ya no es obligatorio en el tiempo de la gracia, pero si debemos dar una ofrenda agradable, es decir dar de corazón, y hacerlo por la motivación correcta. Mateo 23:23 reafirma esta misma verdad, y por la actitud de ellos de darle más valor a las cosas menos insignificantes como diezmar la menta, el eneldo y el comino, y no hacer lo de mayor valor, como lo es la justicia, misericordia y la fe, los llamó hipócritas. Por cierto, la palabra “ay”, usada unas siete veces en los encuentros con Jesús, es una expresión de advertencia o lamento, una especie de “¡cuidado!” o “¡qué triste!”.


La versión NTV lo traduce así: “¡Qué aflicción les espera, fariseos!”. Con esto Jesús está señalando que, aunque los fariseos cumplan meticulosamente ciertos rituales o leyes, están fallando en vivir los valores fundamentales que Dios espera, como la justicia y la misericordia.


Si esto no es lo que predomina en mi vida espiritual, lo demás será cumplimientos externos, y a lo mejor se cumple lo dicho por el profeta: “Este pueblo de labios me honra, pero su corazón está lejos de mi”. La vida cristiana debemos vivirla para la gloria de Dios, y no por obligación, ni para nuestra propia gloria. Jesús nos dice también que, esto (lo del diezmo) podemos hacer (aunque no es obligatorio) “sin dejar de hacer lo otro”, es decir, lo de mayor valor.


4. LA APARIENCIA LE INTERESA MÁS EL RECONOCIMIENTO


a. Parecer no es lo mismo que llegar a ser (versículo 43)


Vean las dos cosas que les gusta a los fariseos: amar el primer asiento en la sinagoga, y esperar el saludo en las plazas. Cuando Jesús dice que los fariseos “aman las primeras sillas en las sinagogas” se está refiriendo a su deseo de ocupar los lugares de mayor honor y visibilidad durante los servicios religiosos; estas sillas eran reservadas para las personas consideradas importantes o destacadas.


Al mencionar que buscan “las salutaciones en las plazas”, señala que disfrutan del reconocimiento público, de los saludos y títulos especiales que la gente les da en lugares públicos, lo cual les hace sentir superiores, admirados o espiritualmente mejores que los demás.


La apariencia buscara siempre el reconocimiento. El “síndrome fariseo” es aquel cuya vida y lo que hace no es por amor a otros, sino por amor así mismo, y por buscar un reconocimiento. En resumen, Jesús está criticando la hipocresía y el orgullo de quienes practican la religión solo por obtener prestigio, elogios y reconocimiento humano, en lugar de buscar agradar verdaderamente a Dios. “¿Me importa más la apariencia?”. ¡Cuidado, porque la vanidad espiritual es una apariencia superficial!!


b. La vida como un sepulcro por encima (versículo 44)


Jesús fue el maestro de las ilustraciones. Sus enseñanzas siempre estuvieron respaldadas por las ilustraciones cotidianas. Todo lo que estuvo delante de Él sirvió para ilustrar sus mensajes, y las metáforas fueron unas de sus preferidas. Vea este ejemplo. Jesús comparó la vida de los fariseos con “sepulcros que no se ven”. ¿Ha caminado usted en cementerios sobre tumbas que no se ve?


En la ley judía, los sepulcros eran considerados impuros, y cualquier persona que tocara un sepulcro o caminara sobre él se consideraba impura y necesitaba realizar rituales de purificación. Para evitar que las personas se contaminaran accidentalmente, los sepulcros eran blanqueados con cal para que fueran visibles y las personas pudieran evitarlos.


Entonces, cuando Jesús dice que los fariseos son “como sepulcros que no se ven” está acusándolos de ser impuros por dentro, aunque parecen puros y justos por fuera. Los fariseos se presentaban como modelos de virtud y piedad, pero en realidad estaban llenos de hipocresía y maldad. Al igual que los sepulcros impuros que no se ven, los fariseos eran una fuente de contaminación espiritual para aquellos que los seguían. Así los describió descripción Jesús.


CONCLUSIÓN


La mejor palabra para definir al fariseo que invitó a Jesús a comer a su casa es “hipócrita”, siendo en sí una palabra fea y para algunos ofensiva. ¿Sabía usted que Jesús utiliza la palabra “hipócritas” contra los escribas y fariseos unas catorce veces en tres de los evangelios? A más nadie llamó así, y con más nadie fue tan duro. ¿Por qué lo hizo? Porque la palabra “hipócrita” se refiere a un actor o intérprete en un teatro.


En el contexto teatral, un hipócrita era alguien que se disfrazaba o interpretaba un papel diferente al suyo propio. Cuando Jesús hizo referencia a esta palabra, estaba subrayando la importancia de la sinceridad, la pureza interior y la coherencia entre lo que se dice y lo que se es. Y más que una acusación para humillar es un llamado al arrepentimiento y a la transformación genuina. El novelista Somerset Maugham, quien no era cristiano, tuvo una visión particularmente útil sobre el pecado de la hipocresía.


Escuchen lo que dijo: “La hipocresía es el vicio más difícil y estresante que cualquier hombre puede tener; requiere una vigilancia incesante y un desapego espiritual excepcional. No puede, como el adulterio o la glotonería, practicarse en los momentos libres; es un trabajo de tiempo completo”.


Aplicación: Cuando este hombre habla de la hipocresía como un “trabajo de tiempo completo” revela la actitud de engañar a todos los que nos rodean, haciéndoles creer que somos algo que no somos. Pero somos necios, porque si engañamos a alguien a nuestro alrededor, nunca engañamos a Dios. Jesús dice que no podemos engañar a Aquel que nos creó por dentro y por fuera. Dios siempre sabe cuándo estamos sucios por dentro, y recuerda, lo que importa es lo que está dentro.

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©2013 por Luis Jefferson Tumailla

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